La literatura folclórica no tiene autor, es trasmitida de manera oral desde hace mucho tiempo. Esto no quiere decir que sean anónimos (que lo son) sino que el autor es el “tiempo”, es decir, que se han ido modificando cada vez que se han contado. Se mantiene el hilo argumental, el rol de los personajes…
El autor por tanto son todas las personas que lo han contado.
A los textos folclóricos se les llama también textos de tradición oral, si estos textos hubieran estado escritos no se hubieran modificado tanto.
Los textos folclóricos no son de nadie, son un bien cultural.
Un maestro tiene que seleccionar buenos textos de autor y adaptar bien textos folclóricos para los alumnos.
Algunos textos folclóricos se ponen por escrito y a las personas que se encargan de ello se les llama recopiladores, un ejemplo de esto son los Hnos. Grimm ( de los que ya hablaremos).
La ventaja de estos textos es que no se olvidan y no se pierden, en el momento en el que un texto se fija por escrito ya no se modifica tanto y esto es un inconveniente.
Otra característica fundamental es que NO son cuentos infantiles, se contaban al calor de la lumbre, no es literatura de gente rica sino de gente del pueblo. Los más ancianos solían contar historias, y eran de todo tipo. Es una literatura muy sencilla, con personajes planos.
Cuando se empezó a escolarizar a los niños fue cuando se les empezó a contar estas historias. Son argumentos muy estereotipados, pero no tienen enseñanzas para niños, ni moralejas.
En los cuentos folclóricos se reflejan las costumbres de la gente de otras épocas y se expresan en los cuentos como deseos sueños y miedos de la gente. Estos cuentos están completamente llenos de símbolos.
Hay que decir y destacar que los cuentos folclóricos NO son machistas, simplemente reflejan la época en la que han sido contados.
Las características de los textos folclóricos están muy poco explicadas. Por lo demás, está muy bien.
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